Es Navidad, fecha especial para renovar amores; para compartir en familia para encontrarnos con nosotros mismos. Para soñar y hacer proyectos. Y es que este tiempo tiene un sabor agridulce. Agrio, por los vacíos que dejaron los que partieron, los que ya no están. Dulce por el calor que crece en nuestros corazones cuando estamos al lado de nuestros seres queridos.
Fecha propicia para abrazarnos, para juntar esperanzas, para mirar la ternura y la inocencia en la pureza de un niño. Dios ha nacido, está con nosotros. No estamos solos. Bendito sea Dios...
