Ella

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martes, 31 de julio de 2007

El sentido de la vida




El girasol se mueve y endereza su cuerpo de tal manera que pueda recibir los rayos del sol. Gira en sentido del sol. Se alimenta de su luz y en esta presencia crece y se desarrolla. Da sus semillas y muere. Y comienza de nuevo su ciclo vital.
Cuando estudié biología, en secundaria, me enseñaron que las plantas se mueven en dos sentidos, hacia arriba, en dirección al sol y esto se conoce como fototropismo y hacia abajo, las raíces surcan la tierra y esto es el geotropismo. Es lo que hace el girasol, en esto consiste su vida natural.
Pero el girasol, no conoce la vida sobrenatural porque es planta. Los jóvenes, los niños, las mujeres y los hombres, los ancianos y las ancianas sí pueden vivir una vida sobrenatural. Esta vida sobrenatural la vivimos en Dios. Y esta vida en Dios es la que orienta y da sentido a todo lo que hacemos aquí y ahora.
La vida en Dios es el amor; vivir es conocer que Dios nos ama y que nos ha llamado a cada uno, dándonos un nombre. Nos ha llamado a compartir lo más preciado para Él, que es su propia vida. Cuando oramos, nos sentimos tocados por Cristo en lo más profundo de nuestro ser. Por la Eucaristía, que es el cuerpo de Cristo vivo y resucitado, Dios toca nuestra vida espiritual y corporal. Dios llega verdaderamente a nuestro cuerpo como alimento. Y lo sana y lo fortalece. Pues, aunque el pan viene de la tierra, éste, después de recibir la invocación de Dios, no es pan ordinario, sino Eucaristía. Constituida de dos cosas, una terrestre y otra celeste. Del mismo modo nuestros cuerpos que participan de la Eucaristía no son ya corruptibles, pues poseen el don de Dios: El Espíritu Santo y la esperanza de la resurrección. En esto consiste la vida sobrenatural. A esta vida estamos llamados por Dios tú y yo.
Carmen

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