Este pensamiento de Dios, no me turba, ni es obstáculo para que mi "yo" no se sienta libre y dispuesto a tomar decisiones, a buscar la felicidad, para mi y para los que amo.
En los momentos en que me siento desconcertada y aturdida en presencia de la maldad; de la maldad social, construida por fuerzas humanas desposeídas del temor de Dios. De espaldas al Espíritu de fraternidad, de concordia y de paz. En esos momentos, le hablo a Dios en mi corazón, le invoco y pido que me sostenga en mi fe...
Y rechazo el miedo, la angustia, el temor y recibo la paz, la alegría y la vida...
Dios está en el corazón de mi corazón
Carmen
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